La economía colaborativa trae consigo modelos de consumo, participación y negocio, disruptivos. Basados en la premisa de conectar a personas que comparten bienes, conocimientos, aptitudes y que usan la tecnología como vehículo ya están revolucionando muchos sectores tradicionales a través de modelos P2P (peer to peer), entre ellos la educación.
El debate sobre cómo puede o debe adaptarse la educación en la era de las redes sociales y el reinado de Wikipedia, en el momento histórico en el que más contenido se crea y más acceso se tiene a él, es complejo y está lleno de matices. Guttemberg revolucionó el mundo del conocimiento con la imprenta, Internet lo democratizó. En los últimos años, el móvil -con una penetración salvaje en todos los países- ha ido escalando posiciones como soporte rey y se vislumbra una clara tendencia a universalizar el acceso a través propuestas concretas hacia conseguir un internet gratuito.
¿Qué pasará entonces con la educación? ¿Veremos a las nuevas generaciones estudiar desde casa? ¿Qué pasará con los colegios?
En España nos encontramos con un problema serio, estamos a la cabeza en Europa en tasas de abandono escolar, con la consecuente desmotivación que eso conlleva para los profesores y el complicado futuro que se les presenta en un contexto ya complejo.
Miramos con admiración a países como Finlandia, con alumnos aventajados a pesar de tener menos horas de colegio y menos deberes, ¿nos encontramos ante un modelo obsoleto? ¿qué puede hacer la tecnología para ayudar?
No queremos hacer un ejercicio de peligrosa futurología, es un tema espinoso y demasiado complicado, pero puede que quizás, además de factores socioeconómicos, las TIC puedan poner su granito de arena en el necesario cambio. Hay diversos factores que son innegables, por un lado, cada día toma más relevancia lo que ha pasado a llamarse como la “escuela paralela”, el mundo de la educación no se cierne exclusivamente a los libros, el aprendizaje está presente en muchas otras partes desde videojuegos a blogs. La aparición de los nuevos entornos de aprendizaje online representan una oportunidad en procesos de apoyo al estudiante, tutorías, cursos especiales, con la posibilidad de introducir novedosos métodos como formación “a medida” y personalizada.
Nuevas plataformas nos permiten el acceso no solo a información puntual, sino a cursos y conocimiento organizado y gratuito. El autoaprendizaje o crear nuevos espacios de aprendizaje, un ágora virtual en la que los alumnos puedan participar de una educación más interactiva, es ya una realidad.
Proyectos como Khan Academy o la Rice University’s Openstax ofrecen educación gratuita, estos espacios han pasado a llamarse knowledge marketplaces que engloban desde opciones gratuitas como las mencionadas y con ejemplos españoles como FreeKampus, cuyo objetivo es compartir el conocimiento. A espacios para el intercambio, donde se apuntan los guest educators una airbnb-zación de la educación, plataformas como, Floqq, Sharing Academy o Tutellus, son la respuesta y la adaptación a nuevas formas de aprender, educar y compartir.
Curioso, no poco paradójico, que uno de los genios de nuestra época, Aaron Swartz tuviese precisamente esa visión de acceso universal al conocimiento.
En un mundo cada vez más cambiante, donde la flexibilidad y la adaptación son esenciales para la subsistencia, la pregunta es, ¿será la educación tradicional capaz de adaptarse?
